Por. José Beato
Santo Domingo- Tener la oportunidad de conversar con el histórico periodista y dirigente revolucionario José Bujosa Mieses, es como dar un paseo por el mundo ideal, con sus narrativas contadas con pasión descriptiva cada episodio de la historia tiene sentido completo.
Chino, desde las ergástulas del poder vivió la utopía, en esas mazmorras frías de la injusticia y la agitación del despropósito de los años oscuros de la tiranía, nada de eso pudo desvanecer su ideal transformador para un mejor mañana desde se convicción socialista.
Su pelo y sus rostro reflejan los años vividos, pero su mente y sus ojos aún brillan al recordar los momentos en las trincheras "Todo tuvo sentido, desde apretar el obturador de su cámara hasta empuñar el fusil" ,argumentó mientras rebuscada en los recuerdos como si fuese niño que jugaba a ser adulto.
Tuvo el atrevimiento de ser quizás el primer reportero de guerra que hemos tenido, partió hacia la Nicaragua ensangrentada para cubrir las incidencias de la rebelión contra el dictador Somoza, aunque se, que por su mente solo pasaba ser protagonista de otro gesto de gallardía y rebelión de un pueblo contra un régimen totalitario y sentir su corazón latir con el detonar de los morteros de la libertad,. Cómo aquel 24 de abril de 1965.
Firme en su convicción, no reniega su pasado más bien siente orgullo, y hasta pena por los calieses y torturadores de las cárceles del régimen despótico que lo llevó desde la diligencia estudiantil en la esferveciiente UASD a las celdas frías del penal de la Victoria.
Ama al gremialismo periodístico,, expone los desafíos vencidos para poder tener hoy un colegio de periodistas, y un sindicato de prensa, ríe al recordar a los adversarios de la colegiación a los radicales contra el colegio posible, y con nostalgia recuerda a Frank Peña Tapia, y otro tantos en la casita azul.
Con una sonrisa dibujó el rostro de los miembros de una comitiva que viajó a Cuba a entrevistarse con Fidel Castro, y en un impensado momento con elegancia y detuvo un discurso kilométrico del líder, cuenta que todos quedaron pasmado y fue dos horas después que se dio cuenta lo que había hecho, aunque recibió distinciones y alago del comandante Fidel.
Hoy aún no se rinde, sabe que todo a cambiado, menos la manera digna de transitar por los enrarecidos escenarios actuales, pienso que él aún a se más de 80 años prefija morir con las botas puestas aunque no haya revolución.