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Disrupción y Soberanía: El salto estratégico de la diplomacia dominicanaPor Marcos Dominici Borges

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Redacción
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La política exterior de una nación no es un eco de los acontecimientos globales, sino un grito de voluntad soberana. En el actual escenario de fragmentación geopolítica, la República Dominicana no puede permitirse ser un espectador pasivo.

Bajo la administración del presidente Luis Abinader, el país ha recuperado su orgullo institucional; no obstante, la aceleración de los cambios en el orden mundial nos obliga a transitar de una diplomacia de presencia a una diplomacia de influencia disruptiva.


El éxito de nuestra inserción internacional en los próximos años dependerá de nuestra capacidad para ejecutar lo que he denominado como la Estrategia de Triple Hélice, un modelo donde la defensa de la soberanía, la inteligencia comercial y el liderazgo ético convergen en un solo cuerpo de acción estatal.
El nuevo realismo dominicano
Históricamente, nuestra diplomacia fue reactiva. Hoy, el "Nuevo Realismo Dominicano" exige que nuestras misiones en el exterior actúen como sensores avanzados. La estabilidad de la región, marcada por la complejidad del contexto haitiano, demanda que nuestra voz en foros como la OEA y la ONU no sólo exponga problemas, sino que dicte soluciones. 

La soberanía se defiende con argumentos técnicos y alianzas estratégicas antes de que las crisis lleguen a nuestras costas.Prosperidad conectada: Más allá del intercambio
La gestión del canciller Roberto Álvarez ha profesionalizado el servicio exterior, pero el desafío futuro es la especialización de nicho. No basta con buscar inversión; debemos atraer capitales que transfieran tecnología. La diplomacia dominicana debe ser la punta de lanza para convertir al país en el epicentro del nearshoring en El Caribe. 

Esto requiere delegados que sean a la vez, analistas geopolíticos y arquitectos de negocios, capaces de traducir la estabilidad política dominicana en ventajas competitivas para el mercado global.El prestigio como activo nacional
La República Dominicana ha demostrado que ser una democracia robusta es nuestro mayor activo. Nuestra participación en la Alianza para el Desarrollo en Democracia (ADD) es el ejemplo tangible de cómo el prestigio se traduce en acceso preferencial a mercados y cooperación internacional. 

El liderazgo dominicano debe ser proactivo en la agenda climática y en la seguridad alimentaria regional, consolidándonos como el "faro de estabilidad" de El Caribe No-Hispano y Latino. "La soberanía moderna se ejerce con la precisión del dato, la firmeza de la palabra y la agilidad de la negociación".Hacia una Cancillería de vanguardia

La profesionalización es un camino sin retorno. Propongo una visión donde el servicio exterior dominicano se nutra de una formación contínua en ciberdiplomacia y economía digital. El mundo ya no se divide solo por fronteras geográficas, sino por flujos de datos y energía. 

El diplomático de esta era debe ser un estratega multifuncional que entienda que cada acuerdo firmado es un ladrillo en la construcción de nuestra seguridad nacional. 

Estamos ante una oportunidad de oro para consolidar a la República Dominicana como un actor de peso medio con influencia global. El compromiso es claro: una diplomacia técnica, ética y, por encima de todo, profundamente estratégica.

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