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A seis días del simulacro, un apagón que puso a prueba la resiliencia del país

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Redacción
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Artículo de Opinión

Por: Ruperto Alis / Imparcial RD

Apenas seis días después de que millones de dominicanos participaran en el Gran Simulacro Nacional de Evacuación por Terremoto, la República Dominicana enfrentó un evento real que puso a prueba, no la respuesta ante un sismo, sino la resistencia de su infraestructura eléctrica: un apagón general que paralizó al país durante varias horas.

El 5 de noviembre de 2025, el Centro de Operaciones de Emergencias (COE) y la Oficina Nacional de Evaluación Sísmica y Vulnerabilidad de Infraestructura y Edificaciones (Onesvie) movilizaron a casi tres millones de ciudadanos en un ejercicio de prevención sísmica. Apenas el martes 11, un fallo en la subestación de San Pedro de Macorís dejó sin energía a todo el territorio nacional. Dos hechos distintos, pero profundamente conectados por una misma realidad: la urgente necesidad de fortalecer la cultura de prevención y la capacidad de respuesta del Estado ante cualquier emergencia.

El apagón no solo evidenció debilidades técnicas en la red de transmisión eléctrica, sino también la falta de protocolos sólidos en instituciones públicas y privadas. Metro, teleférico, hospitales y comercios se detuvieron repentinamente, dejando a la vista que la vulnerabilidad del país no se limita a la amenaza sísmica, sino también a la infraestructura crítica que sostiene la vida cotidiana.

Resulta preocupante que, mientras la población ensaya cómo actuar frente a un terremoto, el sistema eléctrico nacional colapse por una falla de mantenimiento o un error humano. Esto plantea una pregunta de fondo: ¿qué tan preparados estamos para enfrentar una emergencia real cuando ni siquiera garantizamos la estabilidad de los servicios esenciales?

La coincidencia temporal entre el simulacro y el apagón debería ser vista como una advertencia. Ambos hechos, separados por menos de una semana, representan un espejo de la realidad dominicana: una nación que avanza en conciencia ciudadana, pero aún arrastra una peligrosa fragilidad institucional y técnica.

Más que un episodio aislado, el apagón del 11 de noviembre debe interpretarse como una llamada de atención para revisar los planes de contingencia nacionales, reforzar la inversión en mantenimiento preventivo, modernizar los sistemas de transmisión y, sobre todo, formar a la población para actuar con orden, calma y eficacia ante cualquier eventualidad.

La prevención no puede ser solo un ejercicio teórico. Debe convertirse en una práctica constante, integrada a la educación, al trabajo y al funcionamiento del Estado. Si el simulacro del COE sirvió para medir la respuesta ciudadana, el apagón demostró que el verdadero reto está en la coordinación institucional, la comunicación de crisis y la capacidad de recuperación inmediata.

Porque los desastres naturales no avisan, y las fallas humanas tampoco. Solo la preparación, la disciplina y la transparencia podrán evitar que un corte de energía o un movimiento telúrico se transformen en una tragedia nacional.

Plan de Contingencia ante Fallas del Sistema Eléctrico Nacional

Objetivo general:

Garantizar la continuidad de los servicios esenciales, la seguridad ciudadana y la comunicación institucional en caso de apagón generalizado o fallo masivo del sistema eléctrico nacional.

  1. Fase preventiva

Mantenimiento planificado: supervisión periódica de líneas, subestaciones y generadores.

Protocolos de respaldo: instalación de plantas eléctricas en hospitales, estaciones de transporte y centros de datos públicos.

Capacitación institucional: entrenar a empleados y comunidades sobre cómo actuar ante fallas eléctricas.

Comunicación pública: campañas educativas para instruir a la ciudadanía sobre qué hacer durante un apagón prolongado.

  1. Fase de respuesta inmediata

Activación del COE y del Gabinete Eléctrico: coordinación nacional de emergencia eléctrica.

Prioridad de energía a sectores críticos: hospitales, aeropuertos, estaciones de bombeo, telecomunicaciones y transporte público.

Canales de comunicación alternos: uso de radios, megáfonos y mensajes SMS para informar a la población.

Control del orden público: despliegue preventivo de cuerpos de seguridad en zonas urbanas y rurales.

  1. Fase de restablecimiento

Evaluación técnica progresiva: diagnóstico del daño en subestaciones y líneas de transmisión.

Reinicio escalonado: restablecimiento del servicio por zonas según prioridad.

Transparencia informativa: emisión de boletines cada hora con información verificada.

Supervisión posterior: auditoría técnica y administrativa del evento para detectar fallas humanas o de protocolo.

  1. Fase de recuperación y mejora

Informe nacional de lecciones aprendidas.

Actualización de planes y manuales operativos.

Creación de una red de respaldo energético regional (microredes).

Capacitación continua en resiliencia y seguridad eléctrica.

Conclusión:

El simulacro del 5 de noviembre fue un ejercicio de prevención; el apagón del 11 fue una prueba real. Ambos deben servir para construir una República Dominicana más preparada, más consciente y, sobre todo, más resiliente.

Entre al portal web: www.imparcialrd.com

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