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Editorial: VIDEO Ciudad Juan Bosch no merece convertirse en un estacionamiento improvisado

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Lo que hoy ocurre en Ciudad Juan Bosch es, sencillamente, inaceptable. Una comunidad diseñada para ser modelo de planificación urbana, orden y calidad de vida está siendo convertida —por negligencia y descontrol— en un inmenso estacionamiento improvisado donde reina el irrespeto y el caos vial.

A cualquier hora del día se observa la misma escena: vehículos pesados varados en plena vía, camiones parqueados en las esquinas, patanas y tráileres ocupando carriles completos, y volteos detenidos en lugares donde un simple descuido puede costar una vida. Estas prácticas no solo impiden el libre tránsito, sino que ponen en riesgo a los cientos de conductores y peatones que deben maniobrar entre obstáculos que no deberían existir.

Lo más indignante es que este desorden ocurre a plena luz del día, frente a todos, como si fuera normal. Pero no lo es. Es una violación directa a los derechos de quienes viven y transitan en esta comunidad. Es también una forma de arrabalización visual que destruye la belleza, el orden y la paz que dieron origen a este proyecto urbanístico.

Y entonces surge la pregunta obligada:
¿De qué sirve que exista un cuerpo de seguridad militar, presencia constante de la Policía Nacional y visitas periódicas de la DIGESETT, si el caos sigue creciendo?

La autoridad está y no está. Mira, pero no actúa. Pasa, pero no controla. Está presente físicamente, pero ausente en responsabilidad. Tener uniformados sin que haya consecuencias para quienes violan la ley es lo mismo que no tenerlos. O peor: envía el mensaje de que todo está permitido, de que cada quien puede hacer lo que quiera.

Ciudad Juan Bosch fue concebida como un modelo de desarrollo urbano moderno. Hoy, sin embargo, está siendo empujada hacia la degradación por la indiferencia de quienes deben garantizar el orden. La comunidad no merece vivir atrapada entre el temor, la incomodidad y el abandono.

Si las autoridades no actúan, si el desorden sigue normalizándose, en poco tiempo este proyecto dejará de ser ejemplo y se convertirá en un símbolo de cómo la falta de firmeza destruye una visión colectiva.

Es momento de recuperar el orden. Es momento de que la autoridad despierte y asuma. Porque cuando la autoridad se cansa, el desorden avanza.
Y Ciudad Juan Bosch no puede permitirse ese lujo.

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