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Quiero una República Dominicana ideal, donde todo funcione

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Logan Jimenez Ramos
Logan Jimenez Ramoshttps://lavozsincensura.com
Consultor en Comunicación Política, Relaciones Públicas, Periodista, Magister en Diplomacia y Internacional y Docente.

Soñar no cuesta nada, pero transformar los sueños en realidades exige voluntad, compromiso y sacrificio. Cuando pienso en una República Dominicana ideal, no me refiero a una utopía inalcanzable, sino a un país posible, donde las instituciones funcionen, la justicia sea justa, y el bienestar llegue a cada rincón de nuestra tierra.

Nuestra Constitución, en su artículo 8, reconoce como función esencial del Estado “la protección efectiva de los derechos de la persona humana y el respeto de su dignidad”. Y en los artículos 37 al 74 consagra los derechos fundamentales, incluyendo la vida, la igualdad, la libertad, la educación, la salud, el trabajo, la seguridad social, el medioambiente sano y la alimentación adecuada. Sin embargo, todavía falta mucho para que esos derechos pasen del papel a la realidad.

Quiero una República Dominicana donde la educación (art. 63 de la Constitución) sea la verdadera prioridad. Un país donde cada niño y niña, sin importar su origen social, pueda tener acceso a una formación de calidad que lo prepare para enfrentar los desafíos del presente y del futuro.

Sueño con una nación en la que la salud pública sea un derecho garantizado (art. 61), y no un privilegio. Donde los hospitales estén equipados, los medicamentos al alcance de todos, los médicos valorados, y la gente no tenga que elegir entre comer o comprar una medicina.

Anhelo una patria en la que la seguridad ciudadana sea un compromiso real del Estado (art. 128 y art. 255), con policías capacitados, respetuosos de los derechos humanos, y ciudadanos que puedan caminar libres y sin miedo por calles y comunidades.

Aspiro a un país donde los servicios básicos, como el acceso al agua potable y a la energía eléctrica (art. 147), sean universales, constantes y de calidad. Donde no existan barrios a oscuras o comunidades que dependan de camiones cisternas para suplirse de un recurso tan vital como el agua.

Quiero también una nación inclusiva, donde se garantice el derecho al trabajo digno (art. 62) y a una remuneración justa que permita a las familias vivir con dignidad, sin que nadie tenga que emigrar porque en su tierra no encuentra oportunidades.

Nuestra Constitución también protege el derecho a la alimentación (art. 54), a la vivienda digna (art. 59) y a la seguridad social (art. 60). Son compromisos que el Estado debe garantizar y que la ciudadanía debe exigir con firmeza.

Y, sobre todo, sueño con un país donde el patriotismo no se exprese solo con banderas en las fiestas nacionales, sino con la práctica diaria de la solidaridad, el respeto y la honestidad.

La República Dominicana ideal no es un mito: es un proyecto colectivo que depende de cada uno de nosotros. Está en la manera en que elegimos a nuestros gobernantes, en cómo respetamos las leyes, en cómo cuidamos el medioambiente, en cómo tratamos al otro.

Construir esa nación soñada es tarea de todos. El día que decidamos que este país nos duele y nos importa, ese día comenzará a nacer, de verdad, la República Dominicana que queremos.

Logan Jimenez Ramos
Periodista, Magister en Comunicación Política Avanzada, Magister en Diplomacia y Derecho Internacional, licenciado Relaciones Públicas, y Docente.

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