La democracia en peligro de muerte
La libertad de expresión constituye uno de los pilares fundamentales de toda sociedad democrática. No se trata de un privilegio, sino de un derecho humano consagrado en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuyo artículo 19 establece con claridad: “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y de expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.”
En la misma línea, la Constitución de la República Dominicana, en su artículo 49, reconoce de manera expresa: “Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, ideas y opiniones por cualquier medio, sin que pueda establecerse censura previa.” Asimismo, este artículo protege el derecho a la información y garantiza que toda persona pueda buscar, investigar, recibir y difundir informaciones de carácter público, siempre en el marco de la ley.
Sin embargo, en los últimos tiempos, sectores del gobierno han impulsado medidas y discursos que amenazan de manera directa estos derechos sagrados. Intentar acallar voces críticas, imponer limitaciones a los medios de comunicación o perseguir a quienes se atreven a pensar diferente no solo es un retroceso democrático, sino también una violación flagrante a las leyes nacionales e internacionales que protegen la libertad de expresión.
La situación se ha agravado al punto de que la penalización de la cobertura periodística, la censura, el bloqueo económico a medios independientes y la eliminación de credenciales de periodistas se han convertido en prácticas comunes. Estos hechos constituyen una clara evidencia de que, en los últimos cinco años de gobierno, la República Dominicana vive bajo una verdadera dictadura disfrazada de democracia, donde se violan las propias leyes, se pisotea la Carta Magna y se persigue sin descanso a quienes ejercen el periodismo de forma independiente.
Lo más lamentable es que los gremios periodísticos permanecen sumisos al poder, incapaces de levantar la voz en defensa de sus miembros. Aquellos que se atreven a cuestionar o denunciar, inmediatamente enfrentan represalias que van desde la pérdida de sus empleos hasta la marginación profesional. Esta complicidad por omisión debilita aún más el panorama y deja a los comunicadores independientes en total desamparo.
Peor aún, organismos internacionales que deberían ser garantes de la libertad de prensa, como la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la UNESCO y hasta la misma ONU, parecen ignorar que en la República Dominicana la prensa independiente está viviendo su peor momento histórico. Y conviene aclararlo: hablamos de la prensa independiente, no de aquella que recibe salarios o contratos del gobierno para repetir su propaganda.
La libertad de prensa y la libertad de pensamiento no pueden ni deben ser negociadas. Cuando se cercenan estos derechos, se vulnera el espíritu mismo de la democracia y se abre la puerta a la intolerancia, la represión y el autoritarismo. La historia enseña que los pueblos que han permitido que sus gobiernos restrinjan el libre ejercicio de la palabra han terminado esclavizados en el silencio y en la mentira oficial.
La Constitución dominicana es contundente al respecto. Además del artículo 49, el artículo 8 consagra como función esencial del Estado la protección efectiva de los derechos de la persona humana, mientras que el artículo 74 reafirma la supremacía de los derechos fundamentales y su interpretación conforme a la Constitución y a los tratados internacionales de derechos humanos ratificados por el país.
Desde La Voz Sin Censura reafirmamos nuestro compromiso inquebrantable con la defensa de la libertad de expresión, con el derecho ciudadano a informarse y a expresar sus ideas sin temor a represalias. Callar no es una opción. Nuestro deber como periodistas, comunicadores y ciudadanos es seguir denunciando, escribiendo y hablando con la frente en alto, porque la palabra libre es la fuerza que sostiene la democracia.
El pueblo dominicano no debe permitir que le arrebaten un derecho conquistado con sacrificio. Hoy más que nunca, se hace necesario levantar la voz y recordar que sin libertad de expresión, no hay democracia.
Por Logan Jimenez Ramos
Director Ejecutivo/ CEO de La Voz Sin Censura
Periodista, Magister en Comunicación Política Avanzada, Magister en Diplomacia y Derecho Internacional, licenciado Relaciones Públicas, y Docente.