Cada 5 de abril, la República Dominicana está llamada a reconocer a esos hombres y mujeres que, sin horario fijo y con el corazón en la libreta, salen a las calles a narrar la historia del país: los periodistas. Sin embargo, este 2025, la fecha pasó como un susurro en medio del ruido.
Pocas instituciones, públicas o privadas, se dignaron a honrar el trabajo de quienes, a diario, cubren con responsabilidad y entrega los eventos oficiales, las ruedas de prensa, los actos comunitarios y hasta los sucesos más dolorosos. Los obreros del periodismo, como yo les llamo, fueron ignorados en su día.
No se trata de esperar medallas ni aplausos vacíos, pero sí de dignidad. Porque detrás de cada nota publicada hay noches sin dormir, pies desgastados de tanto caminar, estómagos vacíos y teléfonos sobrecalentados. Hay periodistas que arriesgan su integridad física y emocional para cumplir con su deber de informar.
Lamentablemente, parece que algunos han olvidado que sin prensa libre y sin reporteros comprometidos, no hay democracia funcional.
Mientras se invierten millones en campañas, conciertos y reconocimientos a figuras públicas, a los periodistas de calle, los que cargan con su cámara, su libreta o su celular como única herramienta, se les invisibiliza.
No basta con subir un post diciendo "¡Feliz Día del Periodista!" si en el resto del año no se respetan sus derechos laborales, no se mejora su salario, ni se garantiza su seguridad.
Hoy, como periodista y como ciudadano, levanto la voz por todos mis colegas que, sin importar el olvido institucional, siguen haciendo patria con cada historia que cuentan.
Porque el periodista no necesita un escenario, necesita respeto.
Y este año, simplemente, el Día del Periodista no se sintió.
Por: Logan Jiménez Ramos | Periodista, Consultor en Comunicación Política, Magíster en Diplomacia y Derecho Internacional, Docente.