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¿De qué sirve un cargo en el Estado si no es para servir?

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Logan Jimenez Ramos
Logan Jimenez Ramoshttps://lavozsincensura.com
Consultor en Comunicación Política, Relaciones Públicas, Periodista, Magister en Diplomacia y Internacional y Docente.

Hay una pregunta que todos los que ocupan una función pública en la República Dominicana deberían hacerse cada mañana al despertar: ¿De qué sirve tener un cargo en el Estado, si no es para servir?

Y no me refiero a un "servicio" de oficina, de 8:00 a 4:00, en modo automático. Me refiero a servir con el corazón, con compromiso, con empatía y, sobre todo, con vocación. Porque si no estás dispuesto a atender al pueblo que te paga el salario, entonces lo tuyo no es vocación, es negocio. Y eso, en el servicio público, es una tragedia silenciosa.

El Estado no es una plataforma para buscar fama, montar agendas personales o favorecer a grupitos. El Estado es la gran casa del pueblo, y cada funcionario es apenas un huésped temporal con la responsabilidad de administrar, cuidar y mejorar esa casa. Pero, lamentablemente, muchos llegan con hambre de poder, no con hambre de justicia.

Vivimos tiempos en los que la gente está atenta, harta de los discursos bonitos y sedienta de acciones reales. El pueblo no quiere promesas; quiere agua en su barrio, calles sin hoyos, hospitales donde no falten jeringas, escuelas que eduquen de verdad y autoridades que no se escondan cuando ocurre una tragedia.

Servir es más que firmar papeles. Servir es salir de la oficina, ensuciarse los zapatos y mirar a los ojos a la gente. Es dar la cara, asumir errores, y tener la decencia de decir “estamos aquí con ustedes”, como lo hizo el presidente Luis Abinader al ir a la zona cero tras el colapso del Jet Set. Eso no es marketing, eso es humanidad.

Este país necesita líderes con alma de pueblo, no con alma de élite. Funcionarios que recuerden que sus cargos tienen fecha de expiración, pero el recuerdo de su paso puede ser eterno… para bien o para mal.

Así que, si estás en el Estado y no sientes amor por el servicio, te invito a reflexionar. Renunciar no es debilidad. Lo débil es ocupar un cargo sin voluntad de ejercerlo con dignidad.

Porque en este país, donde tanta gente lucha cada día, el peor lujo es tener un funcionario que no sirva ni quiera servir.

Por: Logan Jiménez Ramos | Periodista, Consultor en Comunicación Política, Magíster en Diplomacia y Derecho Internacional, Docente

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