Han pasado varios años desde que el Parque Temático de Energía Renovable abrió sus puertas en Ciudad Juan Bosch, Santo Domingo Este, con la promesa de ser un símbolo del progreso, la educación ambiental y el compromiso del país con la sostenibilidad. Sin embargo, hoy el panorama es muy distinto al entusiasmo con que fue inaugurado.
El parque, que debía servir como ejemplo de autosuficiencia energética, cae víctima de la misma fragilidad del sistema eléctrico nacional: cada vez que se va la luz, el parque también se apaga. Una paradoja que no solo provoca ironía, sino indignación entre los residentes de la zona, que observan cómo un espacio que debía inspirar el futuro ecológico del país termina dependiendo del tendido eléctrico común.
Durante el día, el parque luce ordenado, con sus paneles solares y turbinas como piezas de exhibición, pero su verdadero valor educativo parece haberse diluido con el tiempo. Lo que antes prometía ser un centro activo de formación, hoy parece más un espacio decorativo, donde el movimiento más visible es el de los vehículos estacionados y empleados sin tareas definidas.
No se trata de negar su importancia ni de desconocer la inversión realizada, sino de cuestionar el rumbo que ha tomado. ¿Dónde quedó el propósito original de educar a las nuevas generaciones sobre el uso responsable de la energía y la protección del medioambiente? ¿Por qué un parque de energía renovable no puede mantenerse operativo de forma autosuficiente, al menos como símbolo de lo que predica?
La respuesta está, probablemente, en la falta de seguimiento institucional. Como tantas otras obras, el parque se inauguró con cámaras, discursos y promesas, pero con el tiempo perdió dirección. Hoy es más un punto de paseo ocasional que un verdadero laboratorio de aprendizaje o innovación.
El Parque Temático de Energía Renovable de Ciudad Juan Bosch merece recuperar su sentido. No puede ser solo una vitrina de modernidad vacía ni un parque que se apaga cuando falla el servicio eléctrico. Si de verdad aspiramos a un futuro sostenible, debemos empezar por encender la conciencia y la responsabilidad en las instituciones que lo gestionan.
Porque no hay energía más renovable que la voluntad de hacer las cosas bien, y esa —lamentablemente— parece ser la que más escasea.
Logan Jiménez Ramos
Periodista, licenciado en Relaciones Públicas, Magister en Comunicación Política Avanzada, Magister en Diplomacia y Derecho Internacional, y Facilitador Docente.
